viernes, 27 de abril de 2012

Capítulo 7

Me desperté y me fijé en que todavía estaba oscuro afuera. Miré la hora y me sorprendió ver que todavía eran tan solo las 3:17 de la madrugada, casi no había dormido. Miré a Harry; estaba monísimo. En serio, no imagináis cuánto. Su respiración era regular y profunda, estaba profundamente dormido. Decidí levantarme para ir a ver si todo le iba bien a Radina en nuestra habitación, ya que la había dejado sola. Me puse las zapatillas y fui a abrir la puerta dispuesta a salir, pero en ese momento escuché la voz ronca de Harry, esa tan sexy que pone cuando está recién despertado.
—¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Qué hora es? Aún está oscuro... ¿A dónde vas? —me miraba con los ojos entrecerrados y dormidos, me encantaba.
—Son las 3:20. Me he desvelado e iba a ir a ver a Radina, eso es todo... Si no te importa —contesté.
—No, claro que no. Pero no tardes mucho, dentro de poco yo también me desvelaré y me aburriré si me dejas solo.
—Jajajaja, no te preocupes, en seguida vuelvo.
No sabéis lo que cuesta salir de una habitación en la que Harry Styles está tumbado en una cama. Pero bueno, me bastaba saber que cuando volviera seguiría esperándome. Al entrar en mi habitación, vi a Radina durmiendo con toda la cama revuelta y boca abajo; muy típico de ella. Al comprobar que todo iba bien, volví a salir de nuestra habitación y me dirigí hacia la de Harry, pero de pronto la puerta de donde Niall y Louis dormían se abrió. De adentro salió un Niall medio sonámbulo. 
—¿Niall? ¿A dónde vas? —pregunté.
—¿Sabes si el restaurante del hotel está abierto?
—¡Niall! Son casi las tres y media de la madrugada. ¿Esperas que ahora preparen comida solo para ti?
—Tienes razón —dijo, decepcionado—. Pero es que tengo hambre. Me suelo despertar mucho en medio de la noche con hambre.
—Jajajaja, propio de ti. Pues justamente Harry y yo tampoco tenemos sueño. ¿Te apetece salir a dar una vuelta, a ver si encontramos algo de comer en alguna tienda 24 horas, de paso?
—Perfecto. Esperadme en la habitación de Harry, voy a cambiarme.
No me estaba riendo, pero por dentro me hacía mucha gracia aquello de Niall. Siempre pensé que la gente exageraba con su obsesión por la comida, pero eso demostraba claramente que no. 
Volví a la habitación de Harry y le comenté la idea de salir un rato con el irlandés. Le pareció bien, así que quedamos en que él se cambiaría y yo también me iría a mi habitación a cambiarme, y después nos veríamos los tres en la recepción del hotel. 
Dicho y hecho. Salimos a la calle; a pesar de que fuera verano hacía un poquito de fresquete. Yo no conocía Barcelona, así que tuve que ayudarme de un punto de información para ver dónde se encontraba la gasolinera más cerca. Sí, lo sé, suena muy cutre, pero las gasolineras son las que siempre están abiertas 24h y hay comida. Compramos unas patatillas, chocolate, croissants y chuches y fuimos hacia un parque que encontramos por el camino. 
—Bueno Niall, ¿ya estás a gusto? —preguntó Harry, divertido.
—La verdad es que sí, siento haberos molestado a estas horas, ya sabéis cómo soy... Sobretodo tú, Harry.
—Pues sí, te conozco mucho, duendecillo —rieron.
Aquella noche estaba muy estrellada. Yo estaba allí, con los dos chicos más preciosos del mundo y todo era irreal. Cada minuto que pasaba tenía más y más miedo de que de repente abriría los ojos y todo sería un sueño. Pero también cada minuto que pasaba estaba más y más segura de que era real. Que ellos eran reales, que eran adolescentes normales, como yo, como millones de personas más. 
—Niall.
—Dime, Cata.
—Te he visto mirando mucho a Radi...
—Jejejejejejeje... —el rubito se empezaba a poner rojo.
—No disimules. Hay dos cosas que el hombre no puede esconder; estar enamorado y estar borracho. Y tú ahora mismo borracho no estás.
—No estoy enamorado...
—Pero salta a la vista que dentro de poco lo estarás. Escúchame. Mi amiga Radina no te decepcionará. La conozco de toda la vida, y ella cuando se enamora, lo hace realmente con el corazón. Y sé que tú también, Niall. Creo que juntos estaríais muy bien. Vale, sé que es muy difícil y que dentro de poco os tendréis que ir... Pero... No sé. Simplemente no quiero que ninguno haga daño al otro. Que el tiempo que estemos todos juntos, lo paséis muy bien.
—Vaya... ¡Gracias por todo este discurso! Intentaré conocer a Radi más... Me gusta mucho, la verdad.
—NIAAAAAAALL, POR FIN TE ENAMORAS, MI PEQUEÑO —Harry ponía esa voz molesta que a Niall le sacaba de quicio.
—¡Harold! Eres más pequeño que yo... Así que cállate, no me llames 'tu pequeño', y no estoy enamorado —puso morritos.
—¡Eh, eh! Tranquilos jajajaja —intervine.
Estuvimos así un rato, riendo, charlando... Hasta que miré el reloj y eran las cinco y media pasadas. 
—¡Pero qué tarde! —exclamó Niall— Será mejor que vuelva a dormir, o mañana no podré levantarme. 
—Yo quiero quedarme un poco más... —dije apenada.
—Bueno, pero no puedes quedarte sola. Harry, te quedas, ¿verdad? 
—Eh... Claro, me quedo. ¿Sabrás encontrar el camino de vuelta?
—Claro, no te preocupes, desde aquí hasta el hotel solo hay que doblar una calle. Nos vemos mañana chicos, ¡no llegués muy tarde! O pronto, lo que sea... Nunca he sabido qué decir en estos casos, porque es por la madrugada pero a la vez entra un nuevo día... —Niall seguía hablando consigo mismo mientras se alejaba del parque. 
—Este chico es increíble, me encanta —le dije a Harry. Él puso cara triste.
—¿Te encanta más que yo?
—Jajaja tonto, sabes que eso es imposible —le sonreí y nos quedamos unos segundos mirándonos, hasta que el claxon de un coche nos hizo bajar a la tierra.
—¿Vamos a otro sitio, Cata? Me gustaría pasear por al lado de la playa... 
—¡Me encantaría! Las playas de España son preciosas, ya verás. Vamos a consultar el punto de información turística y en seguida vamos hacia allí. 
Efectivamente, así lo hicimos. Fuimos a la playa que nos pilló más cerca, no era muy grande, pero suficiente como para dar un pequeño paseo. Ahora lo que piensa la gente es; y seguro que aquella noche había luna llena, y todo era perfecto, como de película. Pues no, no había luna llena, es más, ni siquiera se veía la luna, pero eso no importaba. Estar al lado de aquel chico para mí era diez mil veces mejor que cualquier película. 
Mientras caminábamos, callados, los dos sin decir nada, tan solo escuchando las olas y los coches pasar por la autopista de al lado, poco a poco íbamos más pegados el uno al otro, nuestras manos llegaban a rozarse... Yo estaba muy nerviosa, y muerta de la vergüenza. ¿Qué se suponía que tenía que hacer entonces? ¿Decir algo? No, quizás eso estropearía el momento... Pero más tarde me di cuenta de que no hacía falta decir nada. De repente Harry paró en seco, y me cogió de la mano. Me miró directamente a los ojos. Sentía mi corazón como si se quisiera marchar corriendo lejos, muy lejos, tan solo por no poder contener tantas emociones.

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