De
camino hacia el hospital me di cuenta de que era como si el día
reflejara mi estado de ánimo; a pesar de ser verano, el cielo estaba
tapado de nubes ligeramente grises y tenía un aire tristón. Era
raro ya que había habido muy buen tiempo los últimos días, pero
aquí en España nunca sabes con qué te vas a encontrar.
Ya
en el hospital, subimos a la planta de Harry y como ya estaba en
mejor estado, pudimos entrar todos a la vez a verle. Desde la noche
del accidente no le había visto la cara. Abrimos la puerta
lentamente por si estaba dormido, pero nos lo encontramos viendo la
televisión. Estaba despeinado y pálido, con la bata del hospital,
y a pesar de todo lo que le había pasado, era como si su sonrisa
siguiera desprendiendo el rayo de luz que ilumina los días grises.
Al vernos emitió un gritito de asombro y sorpresa e intentó
levantarse.
—¡Harry!
—exclamó Louis— No trates de levantarte, ¡tienes la pierna mal!
—Ahh,
¡pero es que tengo tantas ganas de abrazaros! —respondió él en
un lamento.
—No
te preocupes, que ya vamos nosotros, colega —dijo Niall arrimándose
a la cama y dándole un fuerte abrazo a su amigo.
—Oh
amor... Me alegro tanto de verte bien —le dije y acto seguido nos
fundimos en un beso lleno de muchos sentimientos.
—Eh,
en público no, ¿queréis? —se burló de broma Zayn.
—Es
que nos queremos tanto que necesitamos demostrar nuestro amor donde
sea —contestó Harry y me miró a los ojos—. O por lo menos yo te
quiero muchísimo —esa sonrisa hizo que se me saltara el corazón,
sonreí y le di un pico.
—...Está
bien —siguió Liam— ¿Cómo te encuentras, Harry?
—Estoy
muchísimo mejor, los médicos han dicho que si sigo progresando así
de bien en 3 días podré estar de vuelta.
—Oh,
¡eso es genial! —dijo alegremente Radi— Así no tendréis que
aplazar tantos días los conciertos.
—Ya,
pero la cuestión es que tenemos que aplazarlos de todos modos, da
igual cuántos días... —añadió Zayn.— Todo es culpa tuya
enano, ¡vaya momento eliges para que te atropellen! —se produjo un
silencio y todos le miramos raro.— ¡Que es broma hombre! —empezó
a reír.— Está claro que no ha sido culpa tuya. Ni de nadie.
Esto
útlimo me lo dijo a mí, es decir, mirándome a mí. Sé por qué lo
decía. Pero de todas formas no puedo dejar de repetirme que ha sido
culpa mía. Bajé la vista.
—Y
bueno, ¿qué hay de nuevo? —se interesó Harry.
Me
di prisa en contestar primero.
—Ayer
entré en Twitter. Todo el mundo se ha enterado ya de todo, TODO.
—Lo
sé Cata, tengo mi móvil con internet, ¿recuerdas? —dijo con una
sonrisa.
—Jajajaja
recuerdo, ¿entonces por qué preguntas?
—No
sé, a lo mejor había algo de nuevo entre vosotros, los chicos,
Radi, tú.
—Seguimos
tan amigos como los últimos días, dándonos apoyo moral más que
nunca. Bueno, menos Radi y Niall, que obviamente se traen algo más
que amistad.
Todos
los miramos y se sonrojaron, se soltaron las manos tímidamente como
tratando de disimular.
—Oh,
vamos, pero si sois monísimos, no os avergoncéis —soltó Louis.
Niall
se puso nervioso y no le salían las palabras. Radi sabía muy bien
qué hacer en esos momentos: darle un beso. Siempre le calman. Le
llevan a otro mundo, sobre todo los de ella.
Todos
sonreímos frente a esa escena y el día empezó a transcurrir sin
complicaciones. Parecía mentira que hace menos de 24 horas estaba
llorando a mares y desgarrándome por dentro de dolor ante el
pensamiento de perder a la persona que más me importa sobre la faz
de la Tierra.
A
las 21:30 terminó la hora de las visitas y las enfermeras nos
pidieron que nos fuéramos. Aquella noche dormí más plácidamente
al saber que Harry ya estaba casi bien. Al día siguiente repetimos
el plan, y el siguiente también, aunque en este tercer día tuvimos
que irnos más pronto porque hubo un cambio total en la programación
de la gira y al cuarto día por la mañana tenían una sesión de
fotos cerca de la puerta de Alcalá, y los chicos necesitaban
descansar.
“Harry
estará bien —pensé—, ya está casi del todo recuperado, con
suerte esta tarde le veré fuera del hospital. Iré con los chicos a
la sesión a tomarme un respiro.”
La
sesión de fotos fue divertida, de vez en cuando no podían evitar
mirarnos y soltar alguna risilla, pero estaba bien, no les reñían.
A veces incluso venía mejor para las fotos. Me imagino los
comentarios de mis amigas al ver las fotos: “AHHH, ¿VES QUE ZAYN
ESTÁ MIRANDO PARA OTRO LADO? Pues ahí estaba yo, me miraba a mí.”
Jajaja, si supieran que realmente éramos Radi y yo...
Cuando
estaban en el descanso para comer, salimos y fuimos al parque en el
que Harry y yo estuvimos la noche que me enfadé con él, la noche en
la que conoció a Martina y Tania.
—Escuchad,
estamos en el descanso para comer... —dijo Niall— ¿No deberíamos
utilizarlo para... eso, comer?
Reímos.
—Oh
vamos, ¿no prefieres quedarte aquí disfrutando del aire fresco que
se respira en este parque? —dijo Zayn estirándose en el césped.
—No
es que haga muy buen día para tomar el sol...
Era
verdad. El tiempo seguía estando igual de gris, o incluso más. Pero
no hacía frío, era agradable.
Unos
diez minutos más tarde, empezó a sonarme el móvil. “Seguro que
es la pesada de mi madre otra vez”, pensé, pero era un número
oculto.
—¿Señorita
Radina?
—Sí,
soy yo...
Fueron
un par de escasos minutos, pero cada una de las palabras se me clavó
como cuchillos. Los chicos se dieron cuenta y comenzaron a preguntar.
—Era
del hospital, el médico de Harry. Ha dicho que su golpe en la cabeza
ha empeorado así sin razón, aunque creen que puede haber sido
provocado por algún movimiento brusco que haya hecho.
Intenté
parecer calmada y creo que me salió más o menos bien.
—Dios
mío, eso es terrible... —dijo Liam con voz triste.— No creo que
nos dejen saltarnos esta sesión, chicos, ¿qué hacemos? —preguntó
mirando a los demás.
—Creo
que debería ir Cata, ella le dará muchas fuerzas —dijo Louis—.
Es decir, tengo muchas ganas de estar con él pero si está mal no
nos dejarán entrar de golpe...
—Tienes
razón, que vaya ella —añadió Zayn.
—¿Entonces
Radi se queda con nosotros?
Asentimos
y los chicos me llamaron un taxi.
[Poned
este instrumental para un poco más de ambiente]
Justo
antes de cruzar la puerta del hospital, noté gotas de lluvia en mi
brazo. “Oh, qué oportuno es el tiempo”.
Había
un médico al lado de la puerta de la habitación de Harry, antes de
entrar me dijo que estaba dormido, hacía mucho que no despertaba. No
estaba en coma, pero había muchas posibilidades de que cayera en una
así que debía ir con cuidado.
—¿Usted
es...?
—Su
novia, señor.
—Vaya,
tiene suerte de estar con una súper estrella.
—No
sabe cuánto...
Entré,
ahí estaba él, inmóvil, en la cama. De repente me vino a la cabeza
el recuerdo de la primera noche en el hotel en Barcelona, cuando
dormí con él en su habitación, cuando fuimos a la playa por la
madrugada... Todos los momentos que en poco tiempo habíamos vivido.
Me senté al lado de su cama.
—Harry.
Ya estoy aquí, soy Cata, he venido a verte. —seguía sin
reaccionar y yo luchaba contra las lágrimas, pero la voz empezaba a
quebrarse—. ¿Puedes oírme? Sé que puedes oírme. Harry, por
favor despierta, todos estamos preocupadísimos. Piensa en mí, en
tus fans. Te necesitamos.
Nada.
Mi chico seguía en otro mundo.
Pasaron
diez minutos. Quince. Media hora. No había reacción. Lo único que
se escuchaba eran las finas gotas de lluvia que golpeaban la ventana.
Vi que su cardiógrafo empezaba a disminuir la intensidad del ritmo
de su corazón. Me entraron punzadas en el mío y empecé a llorar
desconsoladamente, esperando que nadie estuviera viéndome.
—Harry,
por favor... Tienes que volver... Tienes que seguir conmigo... ¿Te
acuerdas la noche en la playa, la estrella fugaz? Pedí poder estar
siempre a tu lado, Harry. Porque ahora que te tengo no puedo
perderte. Necesito saber que estarás bien, que yo estaré bien
contigo. Que tenemos un futuro juntos. Sé fuerte, Harry, no dejes
que acabe así...
Sus
latidos iban cada vez más lentos y yo no podía hacer nada. Los
médicos irrumpieron en la sala y empezaron a preparar los
instrumentos para la reanimación, se armó un gran estruendo entre
gritos alarmados, mi llanto y las enfermeras pidiéndome que abandone
la habitación. Yo me negaba, pataleaba rogando que me soltaran,
chillando que quería seguir a su lado hasta el último momento, pero
a causa del dolor, la desesperación, la impotencia y cientos de
sentimientos oscuros más de los que desconozco el nombre, me
desmayé. Recuerdo que mis últimas palabras fueron 'Quédate
conmigo'.
Al
despertarme el agua seguía mojando los cristales. Estaba sola en una
habitación, o eso creía, hasta que recorrí la estancia con la
mirada y vi a Radi observándome.
—HARRY...
¿DÓNDE ESTÁ, QUÉ HA PASADO? RADINA, DIME ALGO.
—Catalina...
Lo siento pero de momento no hay acceso a esa información, los
médicos no quieren decir nada.
—Dios
mío... No puede ser... ¿En qué planta estamos? Tengo que ir a
verle...
—Estamos
en la misma que él. ¡No vayas! Dijeron que ellos vendrían a
avisar.
Con
dolor en el alma asentí, y lo único que me quedaba era esperar.
Después de unos 15 minutos, el médico que nos había atendido la
primera noche entró en la habitación.
—Hola,
chicas. Quitad esa cara de susto, vamos. Que los médicos no siempre
damos malas noticias.
¿Qué
acabo de ver? ¿Es un rayo de esperanza? ¿Harry está bien?
—Desconocemos
el porqué del ataque del chico, pero hicimos todo lo posible y ahora
se encuentra estable. Sigue sin despertar, eso sí, pero su estado es
mucho mejor y podría hacerlo en cualquier momento.
Sin
pedir permiso salí corriendo hacia él. Entré en la habitación y
lo contemplé estirado en la cama una vez más. Me senté.
—Harry,
escúchame bien. Yo no voy a ningún lado sin ti. Acabas de salir de
esta una vez y lo volverás a hacer, porque te quiero, porque me
quieres, porque eres fuerte, porque los dos sabemos que esto no va a
acabar así. Tú fuiste quién me enseñó a creer en mis sueños, y ahora mismo tú eres el mío.
Dicho
esto agaché la cabeza en su pecho, apretando su mano entre las mías.
Segundos después, noté cómo con la otra me acariciaba el pelo.
Levanté la mirada y tenía la sonrisa, esa sonrisa.
—Princesa...
¿Te crees que iba a ir a alguna parte sin ti?