martes, 1 de mayo de 2012

Capítulo 8

—Cata, deberías saber que soy un hombre muy mujeriego... Pero a veces en la vida hay excepciones, ¿no? Mira... Desde el primer momento, desde la primera vez que hablamos, vi algo en ti. Eres lo único que ha rondado en mi cabeza esta noche, y toda la tarde de ayer. Cuando estoy contigo... Siento esa calidez, como si estuviera en casa. Casi tanto como lo que siento cuando estoy con los chicos —Harry rió tímidamente—. Y cuando me diste el beso, yo... Simplemente perdí los papeles dentro de mi cabeza. No puedo pensar con mucha claridad ahora mismo, pero sé seguro que eres lo que quiero.
Estaba soñando. Eso no podía estar pasando, yo soñaba. Era un precioso sueño. O por lo menos era tan precioso que lo parecía. Me quedé completamente muda, no podía creer lo que acababa de escuchar. El perfecto lado romántico de Harry había sido descubierto ante mí y todas sus palabras eran hacia mí. 
—Eh... —intenté articular alguna palabra sin resultado.
—Vale, está bien. No hace falta que digas nada. Sólo siéntelo.
Harry me pegó a su cuerpo, me miró por medio segundo a los ojos de nuevo y me dio un beso. Fue el mejor beso de mi vida. Y no simplemente porque hubiera sido con Harold Edward Styles (bueno, en parte sí). Sino porque era la primera vez que me sentía realmente querida. Era la primera vez que alguien me decía cosas así, y me llegaba muchísimo más que fuera el chico del que llevaba más de un año enamorada. Que sí, que aunque nunca antes le hubiera conocido, yo estaba enamorada de él, porque a través de una pantalla, el con su sonrisa hacía que yo sacara la mía. Fue un beso largo, increíble, perfecto... No me bastan las palabras, no puedo describir lo que sentía. Solo era como si mi corazón fuera libre. Como si estuviera volando más allá de aquellas estrellas que había en esa cálida noche. Quería que aquel momento fuera eterno...
Finalmente despegamos nuestros labios, nos miramos a los ojos... En ese momento sentía como si le conociese desde toda la vida. 
Me flaquearon los pies, caí de rodillas a la arena. Hundí mi cara en mis brazos y las lágrimas rodaron por mis mejillas. Noté que Harry también se agachaba a mi lado.
—¿Qué te pasa? ¿Qué he hecho mal? No llores...
—No, no te preocupes, no es nada malo, es todo lo contrario, soy tan feliz ahora mismo que no puedo contener las lágrimas... Eres mi sueño, y aquí estás a mi lado, me acabas de besar... Ahora sé que se puede creer en los sueños.
—Pues claro, y ¿qué mejor ejemplo que yo y mi grupo para demostrarlo? Sabes... Quizás una de las razones por las que me gustas es porque sé que nunca te rendiste. Sabes que nunca hay que dejar de luchar. Y yo también sé que no dejaré de luchar por ti.
—Dios mío... Pero pronto vosotros tendréis que marcharos de España...
—Por eso lo digo, no sé cómo lo haré, pero yo seguiré viéndote, Cata. Me he acostumbrado a tu voz y ya no quiero estar sin ti. 
—No me puedo creer lo que estás diciendo, no me puedo creer que me lo estés diciendo a mí. ¿Qué pasará con todas las directioners? Eres el que más fans tiene, les romperás el corazón a todas ellas...
—Pues créetelo —sonrió con esas sonrisas que me derriten—. Me encanta cómo te preocupas por las demás, tienes un gran corazón. En serio, me encantas tú.
—No tienes ni idea de lo muchísimo que me encantas tú a mí, Harry...
Entonces miré al cielo, una estrella fugaz pasó. Cerré las ojos y formulé un deseo, Harry me preguntó intrigado:
—¿Qué has pedido? 
—Eso no se cuenta, o no se cumplirá... Y créeme, si no se cumple me muero.
—Jaja, está bien...
—¡Dios! Son las seis y media de la mañana, ya... Creo que se preocuparán si no volvemos.
—Tranquila, seguro que Niall les habrá dicho que estás conmigo, así que no te puede pasar nada —Harry era tan sobreprotector.
—De todos modos, deberíamos volver ya.
Harry asintió y nos dirigimos de vuelta al hotel, cogidos de la mano. Ya empezaba a salir el sol y a haber gente por la calle, por lo que deberíamos darnos prisa para que no nos viera nadie.

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